Sémola de maíz extremeña para cervezas y snacks de todo el mundo

Extremadura es la tercera comunidad autónoma de España con mayor producción de maíz, detrás de Castilla y León y Aragón. Esto se traduce en más de 500.000 toneladas y una superficie de cultivo que ronda las 45.000 hectáreas. Pese a las buenas cifras en términos generales, el calor y la sequía han disparado en los últimos años los costes de consumo de agua y energéticos para los agricultores, que han visto que las bajas cotizaciones han reforzado el pesimismo en torno a este producto. De hecho, en las últimas tres campañas, los profesionales del campo han sido testigos de una reducción de superficie de maíz que ha pasado de las 60.000 a las 45.000 hectáreas en la región, muy lejos de las 80.000 cultivadas en el año 2000.

En España, la superficie plantada de maíz de cara a la campaña de comercialización 2017/18 se ha situado en 338.400 hectáreas, lo que supone una disminución del 4,2% respecto a las 353.200 hectáreas plantadas el año pasado, según el Ministerio de Agricultura.

Pese a ello este cultivo sigue siendo rentable y en Extremadura son varias las industrias que se dedican a procesarlo de diversas formas y con diferentes objetivos. Una de ellas está situada en la localidad pacense de Valverde de Leganés, donde más de 200 personas trabajan desde abril hasta el mes de diciembre en una fábrica que produce alrededor de 20 millones de mazorcas, un producto originario de América que se introdujo en Europa en el siglo XVII. Hoy, desde Extremadura, llega en su gran mayoría a países europeos como Inglaterra, Alemania, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Italia e Irlanda.

Lo que allí se comercializa son las típicas mazorcas que venden en los supermercados, pero en esta región el maíz se utiliza para mucho más. Uno de sus usos menos conocidos son los denominados ‘grits’, o lo que es lo mismo, sémola constituida por la fracción del endosperma duro, rica en almidón y libre de grasa del grano. Así es difícil imaginarlo, pero si decimos que es un ingrediente fundamental para la elaboración de cerveza y ‘snacks’ todo cambia. También es indispensable en los cereales que estamos acostumbrados a comer durante el desayuno.

Ese producto se hace en una fábrica de Mercoguadiana ubicada en una parcela de 35.000 metros cuadrados en el Polígono Industrial El Prado, en Mérida, centro estratégico de la producción de este cultivo en Extremadura.

En la capital autonómica se puso en funcionamiento esta planta en el año 2015 y en 2018 pasarán por sus instalaciones unas 180.000 toneladas de maíz que se han cultivado en aproximadamente 15.000 hectáreas, lo que supone más del 30 por ciento de la producción de toda Extremadura.

De esa cantidad, 100.000 toneladas se convierten en sémola que se destina a las principales industrias cerveceras de España y Portugal, así como a los ‘snacks’ que se comen en todo el mundo. Esos productos también viajan principalmente por Europa a países como Inglaterra, y llegan hasta el continente americano para adentrarse en el mercado de Estados Unidos. Todo después de someterse a un proceso de trazabilidad y control de calidad, desde la elección de variedades y técnicas durante el ciclo del cultivo, hasta la recolección, limpieza y almacenamiento.

Para ello cuentan con un laboratorio para la detección analítica de OGM’s (Organismos genéticamente modificados). Y es que el maíz que usan es libre de OGM normalmente cosechado después de secado natural en el campo.

Todo el proceso lo realizan de forma automatizada, con maquinarias y tecnología de última generación que se encargan desde la recepción del maíz hasta la expedición de cada producto. Entre ellos, destacan copos para la elaboración de cereales de desayuno, así como barritas y tortas. También sémola para la fabricación de aperitivos ‘snacks’ y cerveza; harina flor para repostería y alimentación infantil, y harina zooténica para la alimentación animal.

Proceso

«El maíz es un producto que llega del campo y puede traer diferentes elementos. Es en distintos equipos, a cada cual más selectivo, donde se limpia la materia prima. Así hasta pasar por un total de cinco máquinas y llegar al equipo de selección óptica», explica Manuel Gallana, director de fábrica, quien detalla que es policromático y puede limpiar hasta un total de 22 toneladas por hora.

Seguidamente, el grano es pelado y desgerminado con el fin de obtener la corona del maíz, o lo que es lo mismo, el endosperma, que es lo que pasará a molerse. Para ello cuentan con diez molinos, que tienen una capacidad de 18 toneladas por hora. Cada uno de ellos está preparado para recibir el producto con tamaños diferentes. De este modo, entra en juego el cernedor, aparato que clasifica los diferentes tamaños y se encarga de enviar al molino el adecuado para que realice la molienda.

El proceso es como si fuera un bucle en el que la materia pasa continuamente por el cernedor y el molino hasta que se consigue el producto final que llegará al cliente en distintos formatos. Para ello cuentan con seis envasadoras de bolsas grandes y una de sacos. En total, cada una puede llegar a envasar hasta 20 toneladas por hora.

Fuente: noticia y foto periódico HOY